miércoles, 15 de julio de 2009

Nuestros Afectos NOS AFECTAN: capeando el temporal

Las separaciones son dolorosas, sin duda, pero también son la oportunidad de probarnos y crecer…

Separarse es parte de la vida: nos separamos por tantas causas, tantas veces, ser parte o testigo de dichas separaciones nos hacen pensar en lo efímero que es todo y el que nada es para siempre…

Recuerdo, en esta oportunidad la película de ciencia ficción DEPREDATOR, con Arnold Schwarzenegger ¿Se acuerdan? Un héroe terrible, tenía las competencias, la inteligencia, la tecnología, la fuerza para defender al mundo del villano de la película, una criatura asquerosamente horrible que se dedicaba a la caza de humanos en nuestra tierra…

No puedo olvidar la última escena de Arnold, saliendo de la selva y explotando una bomba atómica y devastando todo…¿Quién era el DEPREDADOR en la película? Saca tu tus propias conclusiones...

El poderoso Arnold, cumplió con el objetivo y mató al bicho malo, pero no quedó vivo ni un solo mono de la selva kilómetros a la redonda…

A veces hay separaciones que son depredadoras de esperanzas, que hacen más difícil el superar el hecho del vacío que dejan. Separaciones que interrumpen abruptamente el orden de las cosas y afectan a los que quedan profundamente, dejando desolación, confusión, desesperación y un sentimiento de tristeza que nos contacta con la soledad y abandono, que como seres sociales, nos rehusamos naturalmente a aceptar. El entero sistema de cosas que existió se altera en sus cimientos y a menudo se derrumban sin necesidad, por causa del descuido o por egoísmo.

Como gente en el ejercicio de liderazgo, debemos intentar hacer salidas ecológicas para contribuir con el legado de vida y auto-regualmiento de quienes invirtieron esperanza y vida en nuestros ideales, para que en el momento difícil, en el que no estás mas, sea mas fácil el restablecimiento de la rutina de quienes dejas atrás, se aproveche tu legado y que tu salida limpia sea la mas valiosa contribución de cierre que sella la mas preciada huella en el corazón de quienes lealmente te brindaron fe, afecto y trabajo en los proyectos personales y colectivos que impulsaste.

Lo cierto es que gente amada, querida, admirada, que son una referencia o anclaje para nosotros, en algún momento se va -la verdad todos nos vamos en algún momento- sin embargo, cuando nos toca quedarnos entonces pensamos: ¿Y ahora qué hacemos? ¿Qué será de mí y de mi vida? ¿Todo fue una mentira, una fantasía? ¿Podré continuar solo? si nos dejamos atrapar obsesivamente por este análisis nefasto, nos arrojamos a un torbellino de desilusión, decepción y depresión que afecta nuestra salud y la de los nuestros.

Tenemos varias opciones ante esta situación, yo hablaré de 2 básicas:

La primera es quedarnos anclados en el duelo, que es: quedarnos cavilando en el pasado, pensando en lo que pudo ser y no fue y atesorar la esperanza del reencuentro, que no sirve de mucho si el otro lanzó su bomba atómica y salió espectacularmente o limpiamente de nuestro ecosistema.

La otra es aceptar lo sucedido, hacer un inventario de lo que te queda y atesorar aquello que realmente es tuyo y que nadie te puede quitar, que fue lo que disfrutaste, lo que aprendiste y la experiencia acumulada, la recomendación es: cuidar tu ecosistema porque tú te quedas y por lo tanto vale la pena la sanación del mismo.

En el ambiente organizacional, cuando la gente que deja huella se separa de lo que fue su sistema, los que quedan deben intentar proteger aquello que consideran valioso de lo vivido para continuar con el propósito del colectivo y resguardar la continuidad y la trascendencia de las cosas que valgan la pena seguir cultivando como colectivo.

Lo más importante que deja un buen líder es su legado, aquello que aporto en términos de aprendizaje a otros.

Y tu, aquel a quien que le toca quedarse ¿qué eliges atesorar? ¿el recuerdo para llenar vacío o lo aprendido para llenar tu vida?

A los que se van: buena fortuna y mil bendiciones en su andar, para que sigan creciendo y contribuyendo con el crecimiento de otros. Se llevan también mucho amor, un recurso escaso que vale la pena atesorar para que lo usen al recordar lo muy queridos que han sido por otros, para que sepan siempre que pueden seguir haciendo precisamente eso con otra gente, con nuevos amigos para ayudarlos a ellos también a crecer y florecer.

A los que se quedan: Fe, paciencia y determinación para atesorar lo verdaderamente valioso y útil, que es el aprendizaje y la experiencia. Y a cuidar lo que tienes, para que nada lo manche y haya continuidad, ésta es la vida, ni mas ni menos.

Toca quedarse y continuar tu aprendizaje, es tu lugar por ahora, hasta el día que te toque a ti partir.

Recuerda siempre, no estás solo, estas con la persona más maravillosa y más querida que tienes y que nunca te va a fallar ni abandonar, estas contigo mismo.

Es el momento de ejercer tu auto liderazgo.

¡Hasta la vista amigos!

María Mercedes Gómez

Afectada por mis afectos muchas veces, sin embargo, triunfadora y creciendo.